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Deforestaci�n
La tasa de destrucci�n de las selvas h�medas ha variado a lo largo de
los a�os; de 1875 a 1988 (113 a�os) se destruy� poco mas de la mitad de
la Selva Lacandona, pero en los �ltimos a�os la destrucci�n se aceler�
arrasando con 75% de lo restante en tan solo 30 a�os. En le caso de Los
Tuxtlas en Veracruz el caso ha sido similar ya que hasta la d�cada de
los cuarentas cubr�a 250,000 y han sido reducidas a menos de 40,000 en
1992 por procesos de colonizaci�n y desmonte.
Los motivos para deforestar la selva h�meda son diversos, pero en
general responden a querer iniciar actividades productivas como la
agricultura y ganader�a en los suelos que aparentemente se ven
f�rtiles, pero que en realidad no lo son. Los suelos son muy fr�giles y
superficiales y hasta arriba existe una capa gruesa de hojarasca ca�da
de �rboles y plantas; m�s abajo se encuentran las ra�ces y complejos
sistemas de hongos que mantienen toda la vida en la selva y casi
inmediatamente por debajo hay estrato rocoso. Sin embargo, la lucha por
comida es tan feroz que la hojarasca es devorada antes de que pueda
combinarse con el substrato para convertirse en suelo o tierra que
pueda usarse para el cultivo. Adem�s, los tipos de suelo rocoso tampoco
permiten que se genere un suelo adecuado para el cultivo y las
constantes lluvias, muchas de ellas torrenciales, impiden la formaci�n
de una capa gruesa de suelo. Al perder el suelo es imposible que
crezcan plantas.
Una vez que una parte de la selva se tala y queda sin �rboles, se
inicia un ciclo en el que la luz que recibe de manera casi
perpendicular del sol, penetra hasta el suelo (al no haber �rboles que
lo protejan) y produce calentamiento del aire y su ascensi�n. Este
nocivo efecto “chimenea” se presenta a�n cuando el �rea deforestada es
muy peque�a.
Ganader�a y agricultura
En los estados en donde hubo o a�n hay selva h�meda, han aumentado muy
considerablemente las actividades agr�colas y ganaderas. Por ejemplo,
en Chiapas la extensi�n de tierra dedicada a la ganader�a se elev� del
16% del total del estado en 1940 a 60% en 1983; en ese mismo a�o se
registra que en Veracruz (estado anteriormente dominado por selvas
h�medas) el 45% de su superficie total estaba dedicada al ganado.
(Challenger, 1998)
La agricultura basada en monocultivos y otras t�cnicas no adecuadas a
la regi�n tambi�n han representado una amenaza de gran importancia. La
t�cnica que m�s se utiliza es la de roza-tumba-quema (desmontar y
quemar el �rea de cultivo), la cual hace que por cada hect�rea de selva
desmontada para cultivo se quema accidentalmente otra hect�rea. Los
fuegos fuera de control han cobrado cientos de miles de hect�reas;
apagarlos es pr�cticamente imposible en estas remotas zonas del pa�s.
Falta de opciones productivas y sustentables
Como se ha demostrado, la convivencia entre comunidades y ecosistema
requiere de ingenio y voluntad para que el resultado sea ben�fico para
ambos y para que la viabilidad tambi�n de ambos sea de largo plazo. Los
programas de gobierno para esta zona han sido contradictorios muchas
veces, ya que fomentan actividades (colonizaci�n, agricultura,
ganader�a) que ponen en riesgo la conservaci�n de los sitios. El caf�
es un cultivo que si es llevado a cabo con las t�cnicas adecuadas puede
ser muy productivo y no da�ino al ecosistema; el problema es que desde
1990 ha habido una ca�da muy fuerte en el precio internacional del caf�
y s�lo el org�nico ha logrado penetrar en el mercado internacional de
manera m�s rentable.
Desconocimiento acerca del funcionamiento del ecosistema y de sus servicios ambientales
El desconocimiento tanto de colonizadores como de autoridades
ambientales acerca del funcionamiento del ecosistema, puede
considerarse como una amenaza muy seria. Esto explica muchas “buena
intenciones” pero que han llevado a resultados desastrosos. Por
ejemplo, muchos programas de gobierno han tenido la intenci�n de ayudar
a las comunidades a trav�s de programas que promuevan la ganader�a de
vacas o cabras; sin embargo estos animales solo aceleran la destrucci�n
de las selvas ya que tienden a alimentarse de lo que van encontrando a
su paso y sus due�os cortan �rboles y desmontan la selva para que sus
animales puedan pastar.
Colonizaci�n
La b�squeda de madera y chicle inici� la colonizaci�n en algunas
regiones, lo cual cre� nuevas comunidades que al paso de los a�os
demandaron servicios y comunicaci�n por carreteras. Ha sido una
colonizaci�n desordenada ya que durante un tiempo, el gobierno dio
incentivos para atraer gente a esas zonas, por motivos de seguridad
nacional para colonizar la lejana y deshabitada frontera con Guatemala
y Belice . Llegaron familias de muy distintas regiones y costumbres,
que en general no conoc�an el funcionamiento de una selva h�meda y se
dieron a la tarea de hacer lo que sab�an hacer donde antes vivieron:
desmontar extensas zonas para plantar; sin embargo, dado que solo
pod�an obtener 1 o 2 cosechas anuales (despu�s se agotaba el suelo y no
crec�an los cultivos) procedieron a introducir ganado.
Adem�s, el mismo gobierno promovi� la tumba de la selva ya que para que
a ya que para que los nuevos colonizadores recibieran ejidos deb�an
demostrar que hab�an “tumbado el monte” para abrir tierras de para
cultivo y para as� poder oficializar el ejido. Al acabarse los terrenos
�tiles para el cultivo durante los primeros a�os del reparto agrario,
el gobierno volte� hacia las deshabitadas regiones de las selvas para
ah� establecer ejidos; en la mayor�a de los casos, eran espejismos de
grandes posibilidades para los colonizadores y hubo una total ausencia
de asesor�a o planeaci�n, lo cual dej� a los nuevos colonizadores a su
suerte para sobrevivir.
Construcci�n de presas y exploraci�n de hidrocarburos
La demanda por energ�a el�ctrica y agua para riego han propiciado la
construcci�n de presas y la instalaci�n de estaciones hidroel�ctricas
en Tabasco, Chiapas y Oaxaca, las cuales han agravado los procesos de
destrucci�n de las selvas h�medas. Comunidades enteras han tenido que
ser desplazadas de las �reas en donde se inunda para establecer las
presas (Malpaso, Chicoas�n)
La exploraci�n y explotaci�n de petr�leo tambi�n ha constituido una
amenaza al ecosistema al utilizarse t�cnicas de alto grado de
afectaci�n al ecosistema en la excavaci�n, instalaci�n de
infraestructura y proceso de industrializaci�n y transporte.
Un producto indirecto pero no por eso menos importante de la
construcci�n de presas o la exploraci�n de petr�leo, es la construcci�n
de carreteras. Aunque a veces son abandonadas por el gobierno, despu�s
de construida una carretera, se queda abierta a que entren
irregularmente y sin planeaci�n nuevos asentamientos, construcciones y
a que se ofrezcan servicios como gasolineras y restaurantes que
eventualmente van “ganando” terreno ante la naturaleza.
Conflicto agrario
En la zona de la Selva Lacandona habitaban grupos milenarios que
lograron sobrevivir a pesar de enfermedades y conquistas. Un grupo que
adem�s le dio el nombre a esta regi�n son los Lacandones. En 1972 el
gobierno de M�xico otorg� a este grupo alrededor de 600,000 hect�reas
como bienes comunales. Exist�an otras mil familias que se quedaron al
margen de la ley y as� se origin� un serio conflicto por tierras que
persiste a la fecha y que ha cobrado dimensiones de serios
enfrentamientos y clima de tensi�n en la zona.
En este momento, la colonizaci�n de asentamientos irregulares en
combinaci�n con el cambio de uso del suelo y los conflictos agrarios
representan la mayor amenaza al tr�pico mexicano.
Algunas de las actividades descritas anteriormente, en lugar de
continuar con patrones de destrucci�n se pueden transformar en
actividades sustentables si se utilizan tecnolog�as adecuadas y con
regulaciones para dejar de ser un problema y logren un beneficio
econ�mico sin sacrificar los recursos naturales.
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